Necesidades básicas / Crónicas móviles.
La maleta cargada de ropa, abrigos, alimentos, se llevaba a cuestas con el peso de un viaje esperado, y con el deseo de registrar las mejores fotografías, relatos y videos, sin imaginar que su cámara y memoria no serian las herramientas claves.
Un bolso de mano contenía los accesorios extraños, útiles e inútiles de cualquier mujer, una libreta de notas, un celular y una cámara digital. El bus repleto de gente, ansiosa por llegar a la capital del país escuchaba música a todo volumen y compartían la alegría de partir al evento de música más importante de Colombia y uno de los más grandes de Latinoamérica; Rock al parque.
La noche ya envejecía y todos buscaban que Morfeo los arrullara en sus brazos. La llegada a una nueva ciudad debía quedar registrada en su lente, pero curiosamente no era la única en desear lo mismo. Al parecer no era su postura de periodista, la que posibilitada dichos registros, sino que el empirismo de la labor salía a flote, cuando en una conversación vecina, escuchaba que entre los viajeros uno buscaba entrevistar a uno de los artistas nacionales, no por trabajo o con intención de publicar como ella, sino por tener el recuerdo imborrable de conocer a uno de sus artistas preferidos.
La mujer con cámara en mano, se preguntaba como lograr buenas tomas con un celular, y tal vez como lograr un buen trabajo sin conocimientos previos. La curiosidad se apoderaba de ella y su viaje seria cómplice de las características adaptadas al celular y su influencia en el registro de momentos importantes y del periodismo empírico como complemento del profesional.
Aproximadamente 320 mil personas acudían a la capital para invadir el parque Simón Bolívar donde se celebraban los 15 años del Rock aglomerado en una ciudad. Los celulares parecían una pandemia, una invasión espacial, una reunión de herramientas diminutas, donde cada nota se registraba en las memorias insuperables de estos compañeros.
Juanita, una bogotana de 20 años, considera que el celular se le ha vuelto inseparable, aunque las fotografías no son de la mejor calidad, “todo queda registrado y se tiene el recuerdo imborrable de buenos momentos”. “Las cámaras son prohibidas para el ingreso, pero los celulares son parte de uno y de todos, y ha diferencia de las cámaras si son permitidos y se pueden lograr buenas tomas”.
Juanita
Entre rockeros, rolos, extranjeros, vendedores y aventureros, la mujer nota que el celular no solo se hace útil a la hora de registrar buenos momentos, sino que se vuelve clave a la hora de informar, sin ser necesariamente un periodista en potencia.
Video Rock al parque 2009 ...Desde un celular
Por otra parte, ella con sus sentidos agudizados, aún en medio de las fuertes tonadas de Molotov y el encanto de Fito, notaba como el celular acompañaba cada instante, inclusive la ausencia y soledad de los viajeros que mientras cantaban, se comunicaban con sus allegados en la distancia y registraban aquel momento con quien estaba al otro lado.
-Tanto en la capital del país, como en la capital de la montaña y otras ciudades colombianas, el celular se ha vuelto aglutinador de masas, de sentimientos, de información, de recuerdos y ha asumido un papel importante a la hora de generar empleo, aunque a su vez esto ha contribuido a la informalidad laboral. Es decir el celular se ha convertido en una necesidad inelástica, de primera generación y en una herramienta básica para el vivir diario-.
La compañía de la música, contrastaba con los vendedores informales que se las ingeniaban para montar su negocio en medio de la multitud. Entre ellos Roberto Garcés, un Chocoano que reside en Bogotá, desde hace 4 años, y presta el servicio de minutos sobre todo en eventos grandes, porque según el, es allí donde la personas necesitan con mayor frecuencia comunicarse con “su gente”.
La música acababa y el ring de los celulares volvía a escucharse. Como si se tratase de un tesoro, la mujer guardó cada registro logrado en su móvil, que hasta hace algunos días era menos importante que cualquiera de sus elementos, pero que cobró valor cuando en su viaje descubrió que más que un lujo, el celular se convirtió en compañero de soledades, en limitante de las ausencias, en implemento de trabajo, de sostén diario y en captador eficaz a la hora de atrapar aquellos momentos fugaces.